Érase una vez un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Los vecinos del anciano labrador se acercaron a su granja para condolerse con el y lamentar su desgracia, y le decían: “¡Que mala suerte que tu único caballo se haya escapado! A lo que el sabio anciano les replicó: “¿Mala suerte o buena suerte? ¡Quien Sabe!”
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Antes de no, pero ahora quizá si
Había una vez una pequeña que le encantaba el circo, y lo que más le gustaba de ellos era los animales. Le llamaba poderosamente la atención el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba amarrado solamente por una cadena que sujetaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.